Saturday, November 27, 2010

EL HUMO DORMIDO

Gabriel Miro'
Por Daniel Fernández


           Entre las múltiples gracias que la Divinidad me ha concedido está la de encontrar libros maravillosos donde quiera que los busco; y hasta sin buscarlos, llegan a mis manos. Como cuando estaba en una celda del Combinado del Este, en las afueras de La Habana, donde sin moverme, me llegaron libros que habría de amar y atesorar, como Mis recuerdos personales de Juana de Arco, de Mark Twain, y sobre todo, en inglés, Juan Salvador Gaviota, El Señor de los Anillos y The Earthsea Trilogy, que habrían de ayudarme no sólo a soportar las duras circunstancias que atravesaba, sino a cambiar mi concepción de la vida y mi vida.
            Tanto exordio es para que entiendan por qué no es raro ―para mí, al menos― que encontrara en la Feria Internacional del Libro de Miami, una de esas gracias divinas (y valga la redundancia) que una vez más habrían de “tocarme” de manera especial. Entre el revoltillo de libros viejos que tenía un señor norteamericano, había algunos en español, y entre otras cosas, esperaba por mí, agazapado e intonso, un ejemplar impecable de una exquisita edición de El humo dormido, colección de viñetas autobiográficas de mi siempre querido e imitado Gabriel Miró (1879-1930).
              Desde 1938 hasta la fecha, este ejemplar de una exigua colección madrileña de la Editorial Biblioteca Nueva, se había conservado virgen para que mi fruición de lector impenitente se colmara. Porque no hay placer mayor que ir leyendo una obra genial con el cortaplumas en la mano. Los libros de ahora ―y eso sin entrar a comentar el contenido―, ya vienen cortados y desvirgados, lo que resta sin duda al placer físico de leer.
              Hoy quiero compartir con mis exiguos seguidores y visitantes la alegría de este libro donde el castellano se viste de lujo. Miró es uno de esos pocos autores de los que siempre aprendemos, no sólo de estilo y dones de la lengua, sino hasta vocabulario. Chafar, mollar, leja, artejo, junciera, crematística, son algunos de los hallazgos para mi ignorancia (o mi olvido), a los que novedosamente se unen los usos originales de vocablos huidizos: mozallón, agoniosamente; y expresiones de encanto: “agobiábamos los ojos”. Casi me da vergüenza confesar cuánto disfruto esta orgía lingüística. Es que es como música y pintura juntos…
              En Miró el castellano se yergue con sus oros mayores. Como con traje de luces, pasea colores y brillos únicos, es traje de gala y sin embargo ―paradoja― es justo el indicado para la gran faena. Oros y oropeles, pero que cuando hace falta, quedan tintos en sangre.  
               El humo dormido en este ramillete viñetal es la neblina del recuerdo que, aunque figura efímera, tiene su momento antes del desvanecimiento final. Para el curioso lector, un fragmento:

                El portal y las bardas, bardas con vidrios y calabaceras velludas, se agusanaban de rapaces y mujeres de andrajos y desnudez pringosa. Penetramos en el tumulto y hedor de carne agria, de cabellos aceitosos, de vida cruda, de casta; gritos de fauces rojas, aliento de desolladura, risadas que parecían revolcarse en la sangre de los oídos clavados de la muerta. Disputaban imaginando su agonía: Cómo debieron de agarrarla y trabarle las manos flacas y pajizas, que recordaban las patas de una gallina cocida; cómo le crujiría el pecho cuando le pusiera el asesino la rodilla para la fuerza de hincar la aguja. La aguja estaba doblada.
             Me acongojé sintiéndome entre ellos, creyéndome entre ellos para siempre, chillando, sudando, oliendo lo mismo… Y para aliviarme me asomé al portal de la asesinada”.
             En el fondo bullían unos hombres. Me dijeron que eran la Justicia…”

            Y aquí se los dejo. Comparen eso con tanta hojarasca que hoy nos atora.   

4 comments:

  1. Que lindo todo lo que escribiste. Siempre un buen libro y por consiguiente su lectura nos ayuda a aumentar nuestra cultura y nos sirve tambien de estimulo para saber vivir mucho mejor cuando nos da una claridad mental que a veces ignoramos sobre la vida.

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  2. He tenido que comprar un buen diccionario en espanol de la Real Academia para saber el significado de tantas palabras nuevas para mi. Que te parece? Eso me hace pensar en uno de nuestros viejos refranes: "No te acostaras sin saber una cosa mas".

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  3. A la altura de los portales y en la intensidad de un homicidio, nos introduce con medio párrafo, usando un lenguaje inusual pero asequible, exento de altisonancias.

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